David Cervantes Peredo (1959–2022)

Fue casi dos años antes del proceso electoral de 2018 que el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador nos citó a tres arquitectos para comenzar a planear la propuesta de política pública en materia territorial para su plan de gobierno.
Éramos David Cervantes, Rogelio Jiménez y su servidor. Sabíamos que la tarea era conformar un primer equipo de trabajo con quienes se pudieran diseñar las estrategias de vivienda, agraria y planeación territorial.
En esas primeras sesiones de trabajo en el Salón de la Luz en la colonia Roma, encontré en David, más que a un colega, a un amigo y maestro. Dialogar, identificar problemas y encontrar soluciones juntos nos confirmaba que la transformación que el país necesitaba podía, y debía, hacerse desde el sector público. La carrera de David, ya para entonces, había sido un camino de lucha y trabajo para transformar la vida de las personas en México.
Desde sus inicios, David tuvo una inclinación por las labores de carácter social y humanitario, especialmente desde el sector vivienda, siempre con la visión de que el núcleo del desarrollo individual y comunitario surge en el hogar. Fue ejemplo de compromiso con quienes más lo necesitaban, desde su trabajo en organizaciones no gubernamentales, luego en la Primera Asamblea Legislativa del Distrito Federal y también como legislador federal.
Esa dedicación por México convirtió a David en un colaborador entrañable para el presidente López Obrador durante más de 30 años, primero en desarrollo de vivienda y más tarde como parte de su gabinete en el gobierno del Distrito Federal, de 2000 a 2005. Durante esa administración, su trabajo al frente del Instituto de Vivienda logró que se construyera vivienda popular como nunca se había hecho para quienes más lo necesitaban.
Ya como subsecretario, David demostró la misma entrega y convicción que lo hicieron hombre de confianza del Presidente. Siempre partió de una vocación social auténtica y una amplia experiencia en la política de vivienda, entendiendo la importancia de responder a la necesidad real de la gente y llegar a esas regiones que habían sido olvidadas.
Tras los sismos de 2017 y 2018 asumió el reto de liderar también el Programa Nacional de Reconstrucción, para atender viviendas, escuelas, edificios históricos y clínicas de salud en las entidades afectadas. A la cabeza de un complejo proyecto de grandes dimensiones y delicada ejecución, David hizo una labor intachable que a la fecha sigue rindiendo frutos. Por si esto fuera poco, su dedicación con los ejidos y comunidades del país hablaba de un entendimiento pleno de la propiedad social y su importancia para el futuro de México. Un ejemplo es el avance que llevamos en la atención a la demanda histórica de tierra de los Pueblos Yaquis.
En el equipo de la Sedatu y las instituciones del sector recibimos el sábado pasado con tristeza la noticia de su partida, a sabiendas de que perdíamos a un servidor público valiente y honesto. Su ausencia nos pesa a colaboradores, familia y amigos, pero también a una enorme cantidad de mexicanos y mexicanas, quienes por su trabajo y dedicación hoy están contando una mejor historia de vida.
Gracias, David. Honraremos tu memoria, trabajando cada día bajo tu ejemplo y convicciones. Descansa en paz.
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Este texto fue publicado el día 22 de junio de 2022 en Excélsior